domingo, 12 de diciembre de 2010

Paisaje.

Provisionales de la huerta

Olivar de tránsito izquierda. Vila-real. 2009
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Junto a carriles de acero, pequeños pero viejos olivos vegetan en la huerta muerta; a la que algo le queda aún por contar gracias a la frenada especulación.

Son provisionales habitantes de tierras de calidad fértil, que detuvieron su producción ante promesas de manipuladores, mentores de las virtudes del ladrillo pesetero.

El duro avance de la apisonadora les caía encima y quienes avistaron sabrosos ingresos dejaron dormir sus tierras, tiempo atrás, renunciando a labores de antaño.

Aquí, los olivos, son intrusos en espera de ser demandados para invadir espacios de arrasados naranjales, convertidos en vivienda ociosa, donde morirán probablemente.

Una crisis puñetera alarga su estancia en la huerta asolada, esperan ser protagonistas de la nueva moda de decorar, con sus vejetes troncos, repudiados entornos naranjeros.

Nada cuenta en esta historia su apreciado fruto, nada importa -a quien paga por ellos- quienes son, ni de donde vienen, si no es para fardar en la mesa de las historias.

  

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